Una felicitación especial al estudiante Juan José Rueda Chanagá del grado 801 quien participó del Concurso de Cuento del Colegio Agroecológico Holanda – Fundación Alejandro Galvis Galvis, se hizo acreedor al primer puesto con el cuento: “El mejor oro que hay es el agua”. El resultado del cuento hace parte de las actividades de narrativa impulsadas por la Lic. Carmenza Camacho durante el primer período 2019; la revisión del cuento estuvo a cargo de los docentes del área de Lengua Castellana y Español de la sede principal de la institución.
En ceremonia especial en las instalaciones del colegio se entregaron los premios a los distintos ganadores por categorías. El proyecto interinstitucional hace parte de las actividades para fomentar la lectura y la escritura entre los estudiantes, en el espacio de entrega de premios participó el Rector Orlando Camacho y el Director del Concurso el Lic. Gabriel. Como exaltación a la narrativa del estudiante Juan José Rueda Chanagá, se deja un fragmento de su creación:
“Hace tiempo en un bosque muy hermoso, lleno de árboles y flores de colores, vivía un joven de 16 años llamado Greek con su abuelo Adam.
Ellos habitaban una cabaña que había construido el tatarabuelo de Greek alrededor de un árbol hace mucho tiempo; Adam era un hombre sencillo que vivía de lo que cosechaba, era un poco distraído y siempre estaba tomando de un tarro la sabia que sacaba del árbol que se encontraba en el patio de su casa.
El abuelo cuidaba de Greek desde que era muy pequeño y siempre habían sido muy unidos, pero un día, Adam despertó muy enfermo, escribió una carta para su nieto y antes de que despertara Greek, como si supiera su destino… Murió.
Greek, al despertar y ver a su abuelo tirado, llamo al hospital mas cercano, para ver si podían hacer algo por él, pero al llegar, el doctor solo confirmó lo que había sucedido, también al ver donde había muerto ese hombre ayudo a Greek a enterrarlo al día siguiente, frente a su casa.
El día del entierro fue diferente a los demás… el cielo parecía estar oscuro, sus plantas no habían dado fruto como siempre lo hacían y los árboles parecían haber perdido su brillo.
Al día siguiente Greek despertó desanimado, entro al cuarto de su abuelo y vio en el suelo la carta que le había dejado, tomo una taza de café, se sentó bajo el árbol de su patio y comenzó a leerla.
La carta decía;
Greek, ahora tal vez tenga que irme, pero no te dejare solo, ya sabes todo lo que yo te enseñé sobre como cuidar mis plantas, hazlo bien y ellas te darán de comer, yo ya no podré estar ahí, pero será como si lo estuviera”.
Editor: Dr. Leonel Amorocho.